Guernica y la acusación de Picasso
Este 26 de abril se cumplieron 78 años
del bombardeo llevado a cabo en 1937 por la legión Condor alemana y
la Aviación Legionaria italiana sobre el pueblo de Guernica en el marco
de la llamada “Operación Rügen”, un ataque aéreo que buscaba apoyar al
bando fascista que combatía contra el gobierno democrático y
constitucional de la Segunda República Española. El 70% de los edificios
de la ciudad fue totalmente destruido por el incendio, que no se pudo
apagar hasta el día siguiente, y el 20% gravemente dañados (el
arquitecto general de Regiones Devastadas contabilizó 271 edificios
demolidos, lo que suponía el 74,4 por ciento de los existentes en la
villa de Guernica y el barrio de Rentería). La repercusión internacional
que alcanzó este bombardeo ha hecho que sea una masacre mundialmente
conocida y considerada como un icono antifascista, la masacre de
Guernica.
A principios del 1937 el Gobierno de la
República Española encargó a Pablo Picasso, por entonces director del
Museo Nacional del Prado, un lienzo para decorar el Pabellón Español
durante la Exposición Internacional de Artes y Técnicas, que tendría
lugar ese mismo año en París. Pocos días después del encargo ocurrieron
los hechos. El día 1 de mayo de 1937, en la manifestación del Día de los
Trabajadores, un millón de personas salieron a las calles de París para
mostrar su repulsa por el bombardeo de Guernica. Ese día Picasso
contempló por primera vez una imagen del desastre. Era una fotografía en
blanco y negro de un periódico francés en la que se observaba la ciudad
vasca destruida. Fue su inspiración. A partir de entonces realizó
decenas de bocetos del cuadro en un taller situado en la rue des Grans
Agustins de París, hasta que terminó la obra.
La
obra de Picasso nació de su dolor, de la ira y de la pasión, fue una
acusación terrible contra el intento de establecer en Europa el dominio
de la negación del hombre. En el Bombardeo de Guernica
aparece un nuevo espíritu que no actúa desde el exterior del espíritu
creativo sino desde el interior, es decir desde la vivencia específica
del artista; actúa desde el interior de las maneras intelectuales
cubistas, de la simbología del surrealismo, de las deformaciones
expresionistas, refundiendo esta materia en una síntesis poética-formal
superior. En Guernica cada signo, cada figuración tiende a la
expresión del hecho; la deformación acentúa una verdad de las cosas. El
toro, el caballo, la lámpara, el cuchillo, la flor, los personajes
emblemáticos del drama, en la dilatada tensión de la imagen, asumen un
sentido de implacable, universal condena de cualquier poder que destruye
la integridad de la persona humana.
Pero en aquellos años Guernica
significó también una otra cosa. En un periodo en que la teoría del
arte, de la poesía como “ausencia”, había llegado a su punto máximo, Guernica
fue la declaración perentoria del contrario, fue la demostración de
cuánta historia, de cuánta presencia, de cuánta participación el arte
podía y debía vivir.
Por todas estas razones Guernica,
además de ser un fundamento de la historia moderna del arte, fue
también una obra que ha tenido una gran influencia en la formación de la
conciencia cultural de los intelectuales de todos los países. Era
necesario, por lo menos para Picasso, empujarnos hacia analizar una obra
como el Bombardeo de Guernica. De hecho esta obra
completa positivamente el período de los movimientos de la vanguardia,
recapitulando sus postulados formales y de contenido con una eficacia
que no tiene comparación en todo el arte contemporáneo. Desde entonces
en adelante los problemas que surgirán de frente a los artistas no
pudrían ser en términos de puro vanguardismo, sino que deberían
necesariamente tender a superarle.
Picasso
concibe el arte sólo como un medio de expresión, absolutamente no como
algo que tiene valor en sí mismo. En este sentido probablemente la mejor
definición de Picasso nos la dio su amigo Manolo “Para Picasso la
pintura no es que el accesorio”. De una forma desgarradora, explosiva,
desconcertante, frecuentemente Picasso revela las contradicciones que
están en la historia y dentro el ser humano de nuestra época. La obra de
Picasso, por lo tanto, hasta el final, es la historia de cómo Picasso
reaccionó a los acontecimientos que se pasaron alrededor de él.
“El arte” dijo Picasso “no es la
aplicación de un canon de belleza, sino lo que el instinto y el cerebro
conciben más allá de todos los cánones”. Por esta razón Picasso, partido
del Cubismo, llegó a Guernica y más allá de Guernica.