¿PARA QUE SIRVE EL ARTE?
¿Tiene el arte una misión? ¿Cuál? ¿Reflejar la realidad? ¿Expresar sentimientos? ¿Trasmitir un mensaje? ¿Cambiar el mundo?
Hay quien dice que la misión del arte es carecer de misión…
Muchos a lo largo de la historia se han planteado esta cuestión. La obra de arte se caracteriza por la intencionalidad estética de quien la crea. Es lo que la diferencia de cualquier otro objeto: que no tiene por qué tener (al menos a priori) una utilidad práctica. Sin embargo, desde que el arte es arte –o sea, desde el Paleolítico según la convención– se le han otorgado diferentes funciones.
Pantocrator de la Iglesia románica de San Clemente de Tahull, Lérida.
Nace como imitación de la realidad y pronto adquiere propiedades
simbólicas, como medio para expresar conceptos abstractos (lo divino, la
existencia…). Los poderes religiosos y políticos explotan su capacidad
comunicativa: utilizan el arte como vehículo para difundir sus mensajes.
Pero al igual que sirve a los gobernantes para hacer propaganda sirve a
sus detractores para denunciar las injusticias. ¿Existe denuncia más
poderosa de los horrores de la guerra que el Guernica?
Guernica, por Picasso, 1937. Museo Reina Sofía, Madrid.
Llegados a este punto, cabe entonces preguntarnos: ¿Cuál es la utilidad actual del arte? ¿Tiene el arte que servir para algo?Hoy podemos diferenciar dos posturas más o menos claras en este asunto: la que rechaza “el arte por el arte”, que fue defendida por Marx, quien pensaba que el arte debía reflejar la realidad y servir para transformarla, y la contraria, llevada a su máxima expresión en la segunda mitad del siglo XX, que venía a decir que el arte puede representar la realidad, pero sin intentar cambiarla.
Superada la “obligación” de reproducir la realidad con la aparición de la fotografía y el cine, los artistas reflejan además su mundo interior.
El filósofo Theodor Adorno propone en su obra Minima Moralia (1950), antecedente de su importante Teoría Estética (1970): “La misión del arte hoy es introducir el caos en el orden”. El desorden es el estado más fértil de la creación. Las grandes revoluciones artísticas coinciden con grandes periodos de cambio, cuando el hombre trata de encontrar la explicación a aquello que no entiende de sí mismo y de su entorno.
El artista puede no pretender de forma clara cambiar el mundo, pero sí con suerte remover algo en el interior del receptor de su obra. Visto así, el arte sí puede “servir” para algo: para reconocernos en los propios sentimientos y en los del otro, para fomentar el entendimiento entre las personas.
Nenúfares, por Monet, 1919.
“Todo el mundo discute mi arte y pretende comprender cuando simplemente es amor”, dijo Monet.“El arte no es algo que haga una sola persona, sino un proceso puesto en movimiento por muchos”, aseguraba John Cage.
En la actualidad, cuando el arte amenaza con convertirse en un mero objeto de consumo, resulta interesante plantearse estas cuestiones.
¿Qué piensas? ¿Cuál crees que es la misión del arte, si la tiene?